JUVENAL - Visitas al masajista


 





     He aquí una que va todas las noches al baño: de noche manda movilizar todas sus vasijas y su equipo guerrero. Disfruta grandemente cuando suda a chorros, cuando sus brazos han caído agotados por las pesas. El masajista, un avispado, le aplica los dedos en la parte sensible y le hace crujir el muslo. Entre tanto, sus infelices convidados se mueren de sueño y de hambre. Al fin, llega un tanto sofocada con ansia de beberse todo el barrilete que, lleno, se hallaba a sus pies con el contenido de una urna; antes de comer, agotará otro sextario que hará devorador su apetito mientras devuelve y mancha el suelo con la vomitona. Corren por el mármol ríos de vino y la dorada palangana apesta a Falerno; como una larga serpiente caída en el fondo de un tonel, bebe y vomita. Su marido siente náuseas y cierra los ojos para retener la bilis.


Persio Juvenal: Sátiras Completas. Barcelona, Obras Maestras, 1982. Traducción de José Torrens Béjar.
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